Mueve tus aletas

Bienvenido a este blog, donde intento compartir algunas buenas sensaciones de una gran aficción: el buceo. Siento no estar muy ducho en el manejo de un blog, por lo que seguro que es bastante mejorable. De momento me interesa compartir sensaciones y alguna información sobre zonas de buceo, centros... Aún así, espero que este espacio sea de tu agrado y aportes comentarios, conocimiento y experiencia. Un saludo

lunes, 16 de julio de 2007

Calabardina, Murcia

Ya era hora que escribiese otra entrada. Pues bueno, aquí está, y en este caso me referiré a una zona que ya he visitado otras veces. Me refiero a Calabardina, un pequeño pueblo costero junto a Aguilas, en Murcia.

En esta ocasión bajé con unos amigos y nuestras familias, aunque el viaje estaba enfocado principalmente al buceo. Teníamos previstas dos inmersiones para el Sábado y otras dos para el Domingo. En el Centro de buceo Almadraba es posible realizar en esta temporada hasta tres inmersiones diarias y, si tienes suerte y coincide, una nocturna.

Este centro de buceo, llevado por Diego, destaca, en mi opinión, en tres cosas:
  • La calidad de sus fondos, enriquecidos con los numerosos pecios hundidos por el centro, para nuestro uso y disfrute, así como de la gran cantidad de vida que les rodea.
  • La versatilidad del centro de buceo para realizar las salidas gracias a sus numerosos guías (no puedo menos que mencionar especialmente a Curro por su calidad profesional y humana) y embarcaciones, que permiten realizarlas de manera continuada.
  • La cobertura que ofrece el Cabo Cope, que guarece los puntos de buceo del viento.
Otro aspecto muy importante es la obsesión de Diego por la seguridad. Aunque pueda parecer otra cosa, al fijarse uno se da cuenta que Diego se pasa el rato organizando y coordinando las salidas. Pregunta cien veces a cada uno, entre broma y broma, sobre su experiencia, en función de la cual asigna los guías y el punto de inmersión; no dudando en cambiarlo si no lo encuentra del nivel del grupo. Además, es habitual que los grupos de buceo, además del guía, estén cerrados por otro buceador del centro.

Entre las inmersiones que hicimos visitamos la Cueva de la Virgen y algunos de los pequeños pecios que rodean esta zona, como el Ana María, Nuevo Cano y Nueva mi Teresa. En esta zona se puede disfrutar tanto de pequeños nudibranquios, esponjas, gusanos tubícolas y la vida típica de las paredes de roca, como nubes de castañuelas y tres colas sobre la pradera de posidonia. Además es impresionante ver los grupos de insaciables sargos, obladas y mojarras alrededor de los guías que llevan pescado para dar de comer a las morenas y congrios que pueblan los recovecos de los pecios. Incluso pudimos ver, hacia el azul, la silueta de una barracuda patrullando en busca de un bocado.

Destacable fue la inmersión al Montoya. El fondo de esta inmersión ronda los 31 metros y, a mi parecer es una inmersión ineludible en Calabardina. Eso sí, con el permiso de Diego, que se encargará de filtrar esta salida para que solo la realicen buceadores con cierta experiencia. Esta zona de inmersión también está constituida por varios pecios como el Sable, el Hemanos Mayor, etc., de los que el Montoya es el más antiguo. En esta ocasión visitamos el Marcela - creo, porque con tantos barcos uno se hace un lío.

Ya al bajar por el cabo vinieron a recibirnos algunos de los residentes de la zona, entre los que destacaban algunos meros, dentones de medio tamaño, sargos y un largo etcétera. Es remarcable la escasa timidez de estos peces en este inicio de temporada, estando ávidos de feeding; prueba de ello la pequeña escaramuza que tuve con un par de meros, probablemente motivada por los brillos de la cámara y llevar las manos desnudas, que se saldó con unos pequeños mordiscos para ver si mi mano era comestible y un par de empujones para recuperar mi espacio vital. Menos mal que sólo fueron unos pequeños mordiscos de prueba, sin mayor relevancia y que sólo provocaron una pequeña herida en mi orgullo y otra menor aún en mi mano.

Anécdotas a parte, es un auténtico placer nadar entre estos grandes peces y disfrutar de su majestuosidad. Me llamó la atención un enorme mero de color casi blanco que, pese a mis intentos de aproximación, se mantuvo más reservado que sus hermanos.

Al llegar al pecio pudimos sobrevolar su cubierta escoltados por los meros y asomarnos a los habitáculos de su cabina, incluyendo el aseo, en el que todavía se puede ver la pieza de porcelana que le caracteriza y que presenta un curioso contraste con el entorno. Desde la cubierta también pudimos disfrutar, hacia el azul, de las ahusadas siluetas de un grupo de barracudas.
Continuando la exploración de la zona encontramos sobre una roca, cerca del casco del barco, una "mano de muerto", de la cual no pude dejar registró gráfico gracias a una morena que, saliendo de su escondrijo en la quilla, tubo a bien enamorarse del reflejo de la cámara. Después de un par de intentos y ante la insistencia del animal, decidí posponer la fotografía de este hermoso pólipo para otra ocasión en que estuviese tan acosado.

En la parada de descompresión para finalizar la inmersión todavía pudimos entretenernos con la compañía de obladas, sargos y otras especies habituales de la zona, no así de los meros, que habiendo perdido su interés por nosotros, decidieron quedarse en la bruma de aguas más profundas.

Bueno, estas fueron las inmersiones del fin de semana. La zona de la Cueva de la Virgen, el Ana María y los pecios que le rodean (Nuevo Cano, Nueva mi Teresa, San Francisco, Miguel y Teresa y Fontanet) permiten un innumerable número de variaciones, de forma que no se repite el mismo recorrido y garantizando inmersiones cómodas y con una gran cantidad y variedad de vida. El Montoya es siempre una inmersión espectacular, porque a la cantidad de vida se le une su mayor tamaño y la compañía de grandes meros y dentones.

Es de agradecer que Diego tuviese la visión de hundir todos esos barcos, que no han hecho otra cosa que enriquecer el arrecife y hacer, en mi opinión, de esta zona una de las mejores en la península para la práctica de este deporte.

lunes, 4 de junio de 2007

Corralejo, Fuerteventura.

Hace un par de semanas logré desconectar del trabajo e hice, junto con mi familia, una escapada a Fuerteventura. Las vacaciones, en principio, no eran de buceo, pero es difícil sustraerse a la tentación en este destino. Así, cargué el equipo en el avión e incluí mi flamante carcasa submarina para la cámara digital.

A través del Hotel localicé el Centro de Buceo Punta Amanay, donde sus dueños: Gegge y Kristof transmiten cordialidad y ganas de hacer bien las cosas. El que fueran a buscarme y me devolviesen al Hotel fue, debo admitir, un punto bastante importante en elegirles para hacer alguna salida.

En el centro se suelen hacer dos salidas diarias, ambas por la mañana. Me llamó la atención que sólo tuviesen botellas de 10 y 12l., así como que la carga de nitrox fuese gratis. He de reconocer que me pesó no tener ya el curso cuando, tras la primera inmersión a 26m., tuve que hacer una parada de 3 minutos, mientras que a Eleonora, la guía, le faltaban todavía 13 para entrar en deco.

Las inmersiones no suelen ser demasiado profundas, aunque tampoco hace falta, la variedad y cantidad de vida permiten disfrut
ar holgadamente de los fondos que rodean la Isla de Lobos. Eso sí, es frecuente que haya corriente en las inmersiones.

Mis vacaciones me permitieron hacer tres inmersiones que paso, someramente a describir:
  • "Las Anclas": una inmersión con profundidad máxima de 26m. que recorre una parte del veril. Su nombre lo debe a dos grandes anclas incrustadas en la pared. Sin mucha corriente permite disfrutar de la vida típica de la zona: viejas, gallitos, castañuelas, sargos, peces rata y alguna escórpora, con la despedida de un águila de mar o ratón, como llaman por allí, que suelen ser habituales de la zona. Varios hermosos nudibranquios y un cerianto bastante grande protagonizaron la parte de invertebrados.
  • "El puente": Una inmersión con menos de 10m de profundidad y bastante corriente. El perfil del fondo, lleno de huecos y terrazas formados por la roca volcánica, y la gran cantidad de vida hace que sea ésta una inmersión muy interesante. Además de la fauna habitual pudimos disfrutar de la fugaz compañía de un gran "chucho", una raya de aproximadamente un metro de ancho. Pudimos encontrar también una langosta canaria (cigarra de mar) y un enorme tamboril en las cuevas formadas por lar rocas. Mucho más pequeño era, sin embargo el hermoso cangrejo araña que encontré bajo una piedra.
  • "El bajón del río": A unos 16m de profundidad dos grandes formaciones con forma de seta se yerguen sobre un fondo de arena y rocas. Bajo las terrazas que crean estas formaciones se puede disfrutar de espectaculares contraluces y una gran cantidad y variedad de vida: sargos, obladas, jureles, castañuelas, viejas, gallitos, salmonetes, alguna raya... Todos estos ingredientes hicieron una delicia de esta inmersión. Se echaron de menos los bancos de barracudas que suele haber cundo hay corriente en la zona, como es habitual.

Una verdadera pena no poder disfrutar de más salidas de buceo en esta zona, sobre todo por no poder aceptar la invitación de Gegge al "Faro de Lobos" una inmersión ineludible que tuve que dejar pendiente, por falta de tiempo, para la próxima visita a esta hermosa isla "Fuerteventura".